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Formación docente en capacidades digitales

De Wikiversidad
Artículo
Las habilidades docentes digitales y situacionales.

El siguiente texto tiene el carácter de “experimental”. Fue elaborado para ser presentado con el formato de una conferencia, que incluirá, seguramente, la interacción con los participantes. También será un hipertexto de la wikiversity, un paper abierto en Academia.edu. y una presentación visual en Canva. En sus versiones digitales tendrá links a otros textos y material audiovisual para ampliar las ideas presentadas. Este despliegue transmedial tiene una explicación metodológica e incluso epistemológica: pretendo mostrar que un texto, una clase puede enriquecerse a partir de múltiples configuraciones propuestas por les docentes para facilitar un mejora comprensión desde lógicas de pensamiento y prácticas digitales. De este modo, a partir de una escritura cercana al mushup (al collage) busco generar una argumentación que deje espacios al lxs lectores para incluir sus propias ideas, no solo en sus pensamientos introspectivos sino dentro de las distintas formas en las que se presenta y se transforma el texto.

1- ¿Cuál es tu super-poder como enseñante?

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Cuando estudiaba educación en la UBA cursé un seminario sobre Educación Popular. Ahí conocí a Paulo Freire y a las prácticas que cambiarían radicalmente mi forma de ser docente. Él nunca me conoció personalmente. Pero yo leí toda su obra y vi todo el material audiovisual que puede encontrar. Buscaba esa copresencia virtual que hoy tenemos cotidianamente con las tecnologías digitales. Él se convirtío en uno de mis super-héroes. Tuve otros que hacen parte de mi “liga de la justicia educativa”: Howard Garner, Vigotsky, Edith Litwin, etc. Con los años yo mismo fui reconociendo super-poderes en mí mismo, en mis prácticas docentes. Uno de los que más utilizo en estos días es “mostrar lo que está más allá de google”. Es decir que existen otras alternativas de buscadores que no se agota en el gigante estadounidense: yo uso duckduckGo, por ejemplo. Muchas veces los superpoderes vienen del entranamiento, de habitar lo digital sin miedos, es jugar, de equivocarse. Otras del uso de “máquinas” que permiten hacer cosas increíbles a gente común. Como la capacidad de contar historias con imágenes usando celulares que tiene mi amigo Ramiro del colectivo “Cine en Movimiento”. Pero que hay de vos. ¿Cuáles es tu super-poder como docente en un mundo con aristas cada vez más digitales? Utilizá la red Twitter para compartir con otros tu respuesta con el hashtag #MiSuperPoderDocenteDigital Probablemente entre estos super-poderes encontremos varias de las capacidades necesarias para enseñarle a estudiantes del siglo XXI.

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2- Enseñante como búscador@ críticx (de preguntas)

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Si la idea de ser un super-héroe te resulta incómoda, no te cierra o te hacer ruido, te entiendo. A mí también, pero a veces esas son las ideas más interesantes para explorar y aprender. Pero pensemos en otro sentido. Buscamos construir nuevas capacidades docentes para este siglo XXI. Pero el mejor punto de partida para esta obra es comprender que signifcado tiene hoy “ser docente” en un sentido amplio que incluye a todos sus sinónimos: maestro/a, capacitador/a, formador/a, facilitador/a, tutor/a, profesor/a, catedráticx, etc. Solo aclaro que al momento de preparar esta presentación se está discutiendo, una vez más, como usar un lenguaje inclusivo desde una perspectiva de género. En el caso de la docencia algo que resulta muy significativo, teniendo en cuenta que la mayoría de las docentes son mujeres y la mayoría de las veces hablamos de los docentes, maestros y profesores. Ya va siendo hora de hacer justicia también el lenguaje. Defino a la enseñanza como aquellas actividades intencionales que se llevan a cabo para favorecer los procesos de aprendizaje de diversos contenidos, habilidades o actitudes. Enseñar es utilizar distintos métodos para organizar, guiar y facilitar el aprendizaje. Entiendo por prácticas de enseñanza al escenario complejo generado por la realización de las actividades que involucra la enseñanza. Pienso que componen este escenario el enseñante, el estudiante o aprendiz, el contenido, la interacción dialéctica entre ellos, los múltiples niveles y contextos, (manifiestos y latentes), social, psicológico, político, cultural, comunicacional, económico y tecnosocial, que los cruzan constituyéndolas como particularidad temporo-espacial. Enseñar significa mostrar algo. Una enseñante es quien muestra algo a otros: pueden ser contenidos pero también habilidades, capacidades y actitudes a partir de escenarios prácticos, que se escapan a los moldes institucionales del sistema educativo, que se relacionan con el mundo (o los mundos) en que vivimos. Somos enseñantes cuando separamos la basura, cuando vamos a una marcha o nos animamos a decir que no sabemos algo a nuestrxs estudiantes. Pensar en el nombre de nuestra profesión implica reflexionar sobre aquello que somos. Esta es una dimensión ontológica. Somos lo que hacemos, estamos hechos de nuestras experiencias. Primero estar luego ser (Rodolfo Kush). Estar en el aula nos hace docentes. Pero el aula es siempre distinta y hoy está siendo transformada por las nuevas tecnologías digitales que tren los estudiantes, las instituciones, las disciplinas y las propias maestras. No podemos reflexionar sobre nuestro ser docentes hoy, en una sociedad electrónica repleta de pantallas, sin interpelarnos por la mirada de les estudiantes : ¿Cómo nos ven ellos y ellas?. Para enseñar, para ser enseñantes es necesario tener una capacidad de hacer búsquedas críticas de nuevos contenidos y habilidades. Buscar más allá de dónde hay luz, buscar fuera de la zona de confort, buscar más preguntas que movilicen a actuar, que respuestas que nos tranquilicen (Paulo Freire). Después de todo somos enseñantes, mostramos las preguntas, no se nos pide que las resolvamos solos, podemos invitar a resolverlas colectivamente.

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3- ¿Habilidades, capacidades, competencias, actitudes, contenidos, conocimientos o saberes? Los plin plin del siglo XXI

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En el año 2013 me sumé a un proyecto de la UNSAM para crear una escuela secundaria pre-universitaria basada en un proyecto inclusivo de educación centrada en los estudiantes. Me hice cargo de la dirección académica y dentro de ella de la formación docente. Los nuevos pibes y pibas necesitaban nuevas habilidades docentes. Esa era la certeza y la experiencia que teníamos cada día en las aulas. En una oportunidad yo estaba cubriendo la hora de un docente que es había ausentado ese día. Intentaba explicar la ubicación geográfica de un tema que no recuerdo ahora. Para no salir del aula a buscar un mapa, me puse a dibujar un boceto del mundo en el pizarrón. Mientras yo hacía gala de mis habilidades geográficas y de dibujo, uno de los alumnos, que hasta ese momento se había dedicado a boicotear mi clase con comentarios graciosos que algunos de sus compañeros festejaban alegremente, sacó su celular y buscó en google maps la ubicación exacta del lugar que yo intentaba mostarles. “Acá es profe, miré, ahí le falta dibujar esa parte gordita!”, me dijo mostrándome la pantalla de su celular. La clase siguió y yo aprendí que necesitaba desarrollar nuevas capacidades digitales como docente si pretendía captar la atención, motivar a estos jóvenes. En la formación discutimos con lxs profesores sobre las controversias existentes entre habilidades, capacidades, competencias, actitudes, destrezas, vistas como aquello que tenemos que enseñar quitando del centro a los conocimientos, a los contenidos o saberes. Por supuesto que el debate no es puramente teórico o metodológico, sino sobre todo político que pone en marcha distintas cuestiones sobre los fines de la educación y también de la docencia. En la escuela comenzamos llamando “plin plin” a esto que necesitamos aprender como docentes para mejorar nuestra enseñanza. Luego optamos por “capacidades”, aunque nos sigue gustando llamarle “saberes”. Siempre entendiendo que hablamos de una combinación de teorías y prácticas, que no solamente se aprenden dentro de las instituciones educativas. (EPJA ME) Necesitamos formarnos, aprender, prepararnos para ser mejores docentes, para mostrar (enseñar) el mundo y preparar a lxs alumnos para las transformaciones constantes, rápidas, sin olvidar el pasado, la mirada histórica, la posibilidad de ir lento, al propio rítmo. Para enseñar no basta con saber del contenido, ser un experto en una disciplina. (A. Camillioni) Estas capacidades son nuestros super-poderes como docentes del siglo XXI. Ya mostramos algunas en este breve recorrido: la capacidad de reconocer que necesitamos aprender de los mundos híbridos digitales (metacognición y reflexividad) y para eso tener la habilidad de buscar preguntas críticas sobre el devenir tecnológico (mirada crítica, curiosidad). Hay que poder aprender constantemente, incluso de los alumnos boicoteadores pero que saben usar google maps.

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4- Comprender que el mundo necesita nuevas habilidades para su lectura

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Basta pensar en que hacemos cuando queremos ganar un discusión con amigos sobre si el Exploratorium de San Francisco queda en Córdoba, Argentina o en Estados Unidos, para reconocer que el mundo está cambiando. Pues para resolver esta duda, seguramente recurrimos a nuestros teléfonos celulares con Internet. Si bien podemos pensar que el mundo es en sí mismo una gran aula para aprender en todos los momentos, desde una mirada más política debemos reconocer que hay muchos mundos y muchos son bastantes injustos y desiguales. El capitalismo históricamente se ha caracterizado por su capacidad de cambio y adaptación. Si bien la información siempre estuvo entre sus recursos, desde la década de los años treinta del siglo pasado se han desarrollado conjugaciones tecnológicas, militares, académicas, políticas y económicas que aceleraron la centralidad de la información en formatos digitales en nuestras sociedades occidentalizadas. El advenimiento de nuevas formas de capitalismo es el producto, para Castells, de un trabajo más ideológico que técnico y consiste en mostrar a las opciones elegidas por las mayorías en el mercado como las únicas tanto en la economía, la política o el conocimiento en general. Sin embargo, como vimos en el caso del software libre, surgen algunas alternativas, con sus tensiones y contradicciones, que aportan otras miradas sobre estos procesos. Y propongo la hipótesis de que todas las tendencias de cambio que constituyen nuestro nuevo y confuso mundo están emparentadas y que podemos sacar sentido a su interrelación. Y, sí, creo, a pesar de una larga tradición de errores intelectuales a veces trágicos, que observar, analizar y teorizar es un modo de ayudar a construir un mundo diferente y mejor. No proporcionando las respuestas, que serán específicas para cada sociedad y las encontrarán por sí mismos los actores sociales, sino planteando algunas preguntas relevantes. (Castells, 1996: 3)

No obstante, el trabajo ideológico del que habla este autor no deja mucho espacio para otras posturas por fuera de ciertas tendencias como por ejemplo el “imperativo de colaboración” que caracteriza tanto a los defensores ubicados más a la izquierda en el movimiento del Software Libre, como a los partidarios liberales de la denominada “economía peer to peer”. Pero mientras los primeros buscan una unión política del grupo de informáticos más activos, los capitalistas siguen promocionando las ventajas del trabajo entre pares que beneficiaría a todos (pero principalmente a sus empresas). Y aunque algunos ganen mucho más que otros, el discurso capitalista propone utilizar los modelos de negocio “crowd” (multitud) que abren pequeñas posibilidades para que los trabajadores de la información pasen a ser capitalistas, gracias al apoyo económico de sus pares que les permita tener “éxito” con sus ideas. El trabajo docente también se ve afectado. Tanto a nivel didáctico como en sus dimensiones laborales. Algunos ya hablan de la “uberización de la docencia” en la que los docentes comienzan a depositar sus conocimientos y estrategias en las plataformas “on line” que comienzan a vincularse de nuevos modos con los estudiantes. El sueño de Skinner hecho realidad, las máquinas de enseñar entran a las aulas (o mejor dicho a las casas). Los textos ya no son solo hipertextos, sino que ahora son algoritmos, programas que le dicen que hacer a las máquinas, que decir para convencernos de comprar un nuevo celular. Leer el mundo implica ver más allá de las letras, encontrar los números, los bits y entender que se pueden modificar si se sabe cómo hacerlo. La información y el conocimiento han existido siempre y han operado a lo largo de la historia como un recurso valioso en las sociedades preexistentes. El término informacional, por tanto, no se refiere a la mera existencia de información o de una mayor cantidad de información, sino a una forma específica de organización social en la que los recursos informacionales se tornan una fuente principal de productividad y poder. La extensión de los procesos de codificación se han multiplicado así en numerosas áreas y disciplinas como la física, la medicina, la genética, entre otras, en donde el acrónimo de BANG (Bits, Átomos, Neuronas y Genes) resume este cruzamiento en el desarrollo de nuevas fuerzas productivas (Falero, 2012: 55). (Zanotti, 2013: 28)

¿Qué tan grande es la brecha que separa a las instituciones educativas de estas transformaciones sociales? ¿Cuánto de lo que ocurre en las aulas permanece inmutable frente a la expansión de la enseñanza en nuevos medios y actores (a veces no humanos)? ¿Cómo afecta todo esto a la tarea docente? ¿Asistimos a la agudización de la precarización de la tarea docente? ¿Tienen las maestras conciencia de lo que significa el cambios en el valor de una clase on line, que modifica el tiempo y las posibilidades de reproducción del efecto didáctico de la buena comprensión?. (Sukerfeld).

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5- Mirar las estrellas desde un aula ampliada

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La idea de un “aula ampliada” implica reconocer varias cosas, pero la principal es que hay otros espacios (presenciales y virtuales) en los que l@s estudiantes aprenden, incluso con más entusiasmo y mayor profundidad. En la formación de la escuela secundaria de la UNSAM decimos que “aula ampliada” implica conocer a los estudiantes y sus familias. También a sus amigos y amigas, su trabajo, su tiempo libre. Conocer es muchas veces ir en persona, habitar por un rato esos espacios, incluso los digitales (Instagram, facebook, Twitter, Periscope, Final Fantasy, etc.). ¿Qué se aprende por esos territorios? Desde el OISTE (Observatorio Interuniversitarios de Sociedad, Tecnología y Educación) venimos explorando las brechas que existen entre lo que los jóvenes saben y necesitan aprender, y aquello que las instituciones educativas les enseñan. Muchas de las llamadas habilidades del siglo XXI no se aprenden en las escuelas ni se las enseñan las maestras: se incorporan a partir de las actividades prácticas y la colaboración con pares. (Peirone, Bordignon). Son aprendizajes invisibles (Cobo Romani) aprendidos en aulas ampliadas. Carlos Scolari y su equipo han relevado más de 200 competencias que tienen los jóvenes. Las estrategias de aprendizaje informal relevadas son: aprender haciendo, resolución de problemas, imitación/simulación, juego, evaluación y enseñanza. En el sitio http://transmedialiteracy.upf.edu/es/transmedia-skills-map se detallan las habilidades del “alfabetismo transmedia”. ¿Qué es lo transmedia? Y lo más importante es que en este sitio colaborativo es posible encontrar (y desarrollar) fichas con actividades transmedia para el aula, para distintas edades y en distintos idiomas, que trabajan estas competencias transmedia. No se si hace falta resaltar que no hablamos de copiar y pegar modelos probados en otras latitudes. Se trata de partir de lo cercano, lo conocido para a partir de ahí poder comprender lo global. Esto vale tanto para el contenido, las capacidades, lxs estudiantes y las propias instituciones educativas. Es necesario tener siempre una mirada situacional que reconozca las singularidades y potencialidades del sitio dónde estamos parados. Podemos comprender mejor el río Nilo si primero vamos a ver como es el río Reconquista, decíamos en la escuela secundaria de la UNSAM. Desde este punto de vista las estrellas del universo digital global pueden mejor ver si las reconocemos primero dentro y fuera de nuestra aula, en nuestras propias capacidades y las de nuestres estudiantes. No aprendemos solos o solas. Aprendemos con otres.

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6- La enseñanza de/en/con las pantallas

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La enseñanza ha sido pensada desde la didáctica de diversas maneras pero ha predominado un tipo de conocimiento que, basándose en un estado ideal, en un deber ser, intentó sistematizar los procedimientos, métodos, técnicas a aplicar para lograr aprendizajes y establecer algunos principios tomados de otras ciencias, en especial de la psicología del aprendizaje. Así, se construyeron “modelos para” que más que explicar, normativizaron y prescribieron formas de enseñanza. La dinámica de interacción, lo vincular, se reemplazó por un proceso instrumental o conjunto de pasos que predeterminan la acción. La planificación, los objetivos, los métodos y estrategias docentes, la conducción y la evaluación ocuparon el pensamiento didáctico dentro de una racionalidad técnica, de raíz positivista y de un pensamiento determinista y causal. El diagnostico establecía las condiciones del estado inicial para llegar, a través de la aplicación de un plan, a otro estado. En el momento actual surgen nuevas perspectivas. Se construyen modelos más complejos que explican la enseñanza desde múltiples determinantes, niveles manifiestos y latentes, relaciones con el entorno, interacciones entre los miembros de la clase, etc. Es otra forma de mirar, indicadora tal vez, de un nuevo paradigma. Es así como hoy sabemos que la enseñanza no implica necesariamente el aprendizaje. No todo lo que se enseña se aprende y lo que se aprende no siempre coincide con lo que se ha enseñado. Esto implica que el aprendizaje involucra procesos de construcción del conocimiento por los que las personas no incorporan los contenidos tal como se les presentan, sino que los transforman y asimilan a sus estructuras mentales, a sus experiencias, a sus vidas. De este modo el aprendizaje implica un proceso activo por parte de las personas donde se ponen en juego procesos cognitivos de interrogación, reflexión, reformulación, comprensión1, etc. El aprendizaje es un proceso por el cual alguien incorpora nuevos elementos a su estructura de conocimiento, a sus estrategias prácticas, reorganizando lo que ya posee. Aprender es siempre un proceso activo por parte del sujeto que aprende. Las personas toman contacto con lo nuevo y lo acomodan a sus conocimientos anteriores. Así, al que aprende le cabe un rol activo: establecer relaciones, inferir, preguntar y preguntarse, recordar, reflexionar, ejemplificar, vincularse con otrxs, son algunas de las estrategias cognitivas puestas en juego en este proceso de construcción. Esto significa que puede existir el aprendizaje sin enseñanza, en una interacción tecnosocial, por ejemplo, con una computadora; y la enseñanza sin aprendizaje, con el olvido como monstruo que se fagocita todo lo “enseñado” y lo sepulta en el terreno del conocimiento y experiencias inertes (el conocimiento frágil de D. Perkins). Probablemente ya sabíamos todo lo que acabo de decir. Lo hemos estudiado, experimentado y aprendido en nuestra profesión docente o la vida de estudiantes. Pero creo que vale la pena recordarlo para pensar como nos acercamos a nuestro propio aprendizaje de capacidades digitales como docentes. Las pantallas a veces parcen mágicas, nos “enseñan” muchas cosas, nos atrapan cientos de horas al mes en escenarios en los que aprendemos miles de cosas. ¿Cuántas pantallas tienen nuestras aulas, nuestras clases? ¿Cuán críticos somos con nuestra utilización de las pantallas y como trasladamos esto a los estudiantes? ¿Cuánto tiempo le robaron las pantallas a las ventanas (literal y metafóricamente?

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7- Enseñantes Cyborgs con GPS (Generadores de pistas situacionales)

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Dona Haraway hace un abordaje político, lúdico, provocador de la idea de cyborg, esa especie de híbrido, mitad máquina, mitad humano. Dice la autora: “El cyborg es texto, máquina, cuerpo y metáfora, todos teorizados e inmersos en la práctica en términos de comunicaciones.”(Haraway, 1991). Algo así en lo que nos hemos convertido en nuestra adopción de los teléfonos celulares como extensiones de nuestras manos, bocas y oídos. Pero es interesante que Haraway piensa al cyborg como un caballo de troya tecnológico capaz de potenciar al feminismo, de transformar el mundo. Les docentes más integrados usan celulares, proyectores, temas musicales y todo tipo de recursos digitales para enriquecer sus clases. Están atravesados por la tecnología y tienen tres opciones: o se integran dócilmente (tecnofilia), o se suman críticamente a surfear las olas de la tecnología o asumen una postura apocalíptica (tecnofóbica). Si pensamos en el cyborg feminista de Haraway, sin dudas que hablamos de las segunda opción. Una maestra cyborg corre con ventaja en las aulas ampliadas del siglo XXI. Tiene opciones de traducir sus saberes a los lenguajes de l@s estudiantes. Meter más tecnología en las prácticas docentes probablemente les vuelva cyborgs, pero me gusta creer que esto será una ventaja, en tanto podemos generar procesos de reflexión crítica sobre las múltiples dimensiones que tienen las nuevas tecnologías. ¿Qué tenemos que aprender como docentes cyborgs del siglo XXI? Si a los jóvenes se les pide en líneas generales que tengan: Pensamiento Crítico, Pensamiento Creativo, Comunicación y Colaboración2. Los docentes deben tener las mismas habilidades que siempre se les pide, las que aprendieron en su formación, sumadas las complejidades que tienen estas en los escenarios digitales. De allí que estas habilidades “digitales” sean también necesarias: Habilidades funcionales TIC, que incluyen habilidades relevantes para un buen uso de las diferentes aplicaciones; Habilidades TIC para aprender, que incluyen habilidades que combinan las actividades cognitivas y de orden superior con habilidades funcionales para el uso y manejo de los estas aplicaciones; Habilidades propias del siglo XXI, necesarias para la sociedad del conocimiento donde el uso de las TIC es una condición cada vez más necesaria. (Informe OCDE 20103) A nivel del manejo concreto de herramientas, hay quienes hablan de 30, otros de 20 y algunas de 10 habilidades. Todos incluyen a la creatividad que implica riesgo, error, salir de la zona de confort; la Curiosidad (para ver el otro lado de las cosas como lo hace por ejemplo el Software Libre) y la Colaboración, el trabajo cooperativo con otros (recordemos a la Zona de Desarrollo Próximo de Vigotsky). En todo caso, les hago un listado, arbitrario de 8 habilidades: 1-Elaborar/editar audios/videos/textos digitales que puedan convertirse en materiales didácticos dentro del aula. 2-Saber manejar herramientas que permitan diseñar plataformas de aprendizaje online para los estudiantes. 3-Diseñar infografías/mapas conceptuales/presentaciones que muestren los datos de forma más dinámica y visualmente atractiva para los estudiantes. 4- Conocer de primera mano el funcionamiento de las redes sociales (masivas y alternativas), para que estas plataformas puedan convertirse en un espacio de contacto con otros colegas y los estudiantes. 5- Para evitar diversos peligros, es fundamental que los docentes tengan algunos conocimientos sobre Software Libre, Creative Commons (derechos de autor), seguridad, privacidad y derechos online. 6- Tener herramientas para realizar búsquedas en la web que permitan hallar la información deseada y filtrar la irrelevante o engañosa. 7- Conocer diferentes aplicaciones que permitan diseñar de manera más sencilla encuestas, test, wikis, comunidades, chats, foros e incluso exámenes. 8-Ser activas usuarias de comunidades docentes que reflexionen sobre el uso de las TIC en el aula y la tarea docente. 9-Competencias emocionales y saber que no basta con saber del contenido para enseñar. Los sentimientos cuentan y tenemos que aprender a manejarlos: todxs sentimos miedo, lástima, bronca, cariño frente a les estudiantes y con las propias tecnologías (los no humanos) ((Latour4, Ingold5). 10- Aprender de los propios errores a partir de la reflexión y la acción. Volver inteligentes a nuestras equivocaciones a base del análisis de nuestros patrones de conocimiento.6 También es cierto que hay que valorar lo que sabemos enseñar. Lo profundo, lo lento, la reflexión pausada son necesarias como complemento de la aceleración, la inmediatez, lo superficial de los escenarios digitales. 9-Ser capaces de aprender de la vida digital de sus estudiantes, de explorar los mundos digitales que habitan y las cosas que dicen aprender allí.

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8- Traductor/product@r de los niveles de conocimiento: práctico, técnico, praxiológico y académico

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Tal vez no seamos expertos en tecnologías digitales y nunca alcancemos los niveles de destreza de nuestros estudiantes, pero si tenemos que ser buenos preguntadores y buscadores. Esta capacidad nos ayudará a construir conocimiento y habilidades colaborativas con los propios estudiantes y colegas. Desde las prácticas generamos conocimientos que son descriptos, identificados. Luego con una clasificación, categorización y sistematización se convierten en un saber técnico, en herramientas. Si les agregamos una reflexión pasan a ser conocimientos de un nivel praxiológico, profesional, un intermedio entre práctica y teoría. Por último, la abstracción, el extrañamiento, la generalización y su vinculación con las disciplinas convierte a estos conocimientos en conocimientos académicos. Los saberes digitales recorren este mismo camino de la mano de lxs docentes comprometidos, involucrados en su propio proceso de aprendizaje de TIC. Como profesores, tutor@s, maestres, docentes tenemos la responsabilidad de reflexionar individual y colectivamente sobre nuestro rol. Esta presentación no pretendió otra cosa que abrir preguntas, presentar ideas, bocetar problemáticas en torno a las habilidades, capacidades necesarias para enseñar en el siglo XXI. Queda en lxs lectores poder comentar y ampliar estas líneas para transformarlas en un hipertexto que cambie nuestras prácticas.

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Términos clave

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  • Capacidades digitales
  • Pedagogía situacional
  • Aprendizajes invisibles
  • Docentes digitales
  • Capitalismo electrónico


Lecturas adicionales

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