Usuario:Guillermo Mosquera/Educación vs Derechos individuales en Latinoamérica
Educación vs Derechos individuales en Latinoamérica, anotaciones críticas para la reflexión.
[editar]Observar el comportamiento de <<la manada>> en el ámbito natural, nos permite intuir las reglas implícitas que se dan en el reino del instinto. Observamos como sus movimientos en razón de la selección natural por el más apto, insinúa la existencia de una evolución competitiva, inflexible, sin mayores pretensiones de códigos éticos, inclusive implacable con los que no alcanzan a adaptarse al requerimiento del entorno para sobrevivir en un ecosistema mayor al que llamamos “Naturaleza”, es decir, “natural al”... Seguramente no será la descripción más técnica desde la óptica de un naturalista, menos para un poeta que la encontrará muy lejos de la belleza estética requerida para elaborar un soneto. En todo caso, ésta básica representación es útil para introducir con una ilustración cómo los seres humanos nos relacionamos antropológicamente y las reglas primarias para la conformación de sociedades o grupos. Partiendo del concepto aristotélico de que el hombre es fundamentalmente un <<ser social>>, hemos suscrito implícitamente una serie de normas de convivencia en los cuales se renuncia a algunos derechos que devienen del estado de naturaleza y adoptamos algunas otras normas que han de regular nuestra convivencia; limites a la libertad individual, para obtener la protección del estado al que suscribimos adhesión.
Sin embargo hemos encontrado dos elementos que nos diferencian por excelencia de la manada: Razón y Pasión… y ésta última moviliza poderosamente acciones y conducta, consecuentemente la interacción se problematiza. En especial, la primitiva pulsión de obtener “la mejor porción de la presa” genera conflictos de orden ético basado en lo que consideramos <<justicia>> que por supuesto, dependiendo de la “parte de la presa que le toque masticar a cada cual” de los actores en juego. Por ejemplo, según Marx existe un desequilibrio importante entre el justiprecio del capital de trabajo con relación al valor de las fuerzas productivas. Dos perspectivas en tensión sobre una misma realidad. Esta tensión ha hecho que naciones enteras entreguen años, recursos y una cuantiosa cantidad de vidas para intentar materializar la tesis del socialismo real, sin alcanzar más allá de una caricatura.
La humanidad y el conocimiento
[editar]Lo que tiende a sublimar las diferencias entre nosotros los humanos, tiene una gran vinculación al conocimiento. Ampliar los horizontes de criterios nos permite acercarnos a la perspectiva –del otro–, compadecernos de su visión, elevar el espíritu por encima de las pasiones. La misión de educar al hombre común en su <<humanitas>> deriva de la idea romana que sitúa a la humanidad frente a la barbarie, <<homo barbarus>> como lo define Heidegger[1] . Idea en la que se gesta la intención de “incorporar” la <cultura animi> como posibilidad de transformar, de las masas bárbaras, hombres para una sociedad civilizada. Cicerón anticipaba el desmoronamiento de la República por el peso del vicio, la ignorancia y la corrupción; a lo cual, el cultivo del espíritu habría de funcionar como antídoto a la creciente barbarie y consecuente decadencia. Algunos años transcurrieron hasta que los herederos de los vestigios del glorioso imperio romano, a mediados del siglo XVII adopten la idea inspirada en la antigüedad (helénica) de que el hombre alcanza su potencial mediante un proceso de formación cultural civilizatorio (Bildung); podemos afirmar que éste sería el germen de la era de la ilustración.
Ya en pleno renacimiento, figuras como Schelling y Schleiermacher[2] sólo por mencionar algunos, publican sus concepciones sobre la universidad. Una apreciación en cuanto a la influencia del entorno y la importancia del espíritu humano como potencia para producir realidades. “Para mí es el espíritu lo primero y lo único, pues lo que yo reconozco como mundo es su obra más bella, el espejo que de sí mismo se ha fabricado.”[3] Esto sumado al interés de Federico Guillermo III, lo que daría un gran impulso a la reorganización de la universidad. Para ilustrar la ruta que emprende la universidad en la era de la ilustración, podemos resumirla desde un pensamiento expresado por Fichte en su obra “Plan razonado para erigir en Berlín un establecimiento de enseñanza superior que esté en conexión adecuada con una Academia de Ciencias”: “una escuela del arte del uso científico del intelecto”.
Transcurridos algunos años, hoy se cuestiona el modelo de universidad que hemos edificado. Especialmente en Latinoamérica se subutiliza el sistema, dado el contrastante rezago con relación a los avances científicos que se dan en el primer mundo. Tal vez por ser la universidad el recipiendario del saber, y asumirse como <<la antorcha que ilumina los destinos de los pueblos>> se atribuya a ésta, los males de la sociedad mayoritariamente no-iluminada. Ya en los años treinta Ortega y Gasset concebía la universidad europea como profundamente imbricada en la sociedad, por lo tanto, los aciertos y desaciertos, avances y retrocesos que ocurrían en una, han de manifestarse indefectiblemente en la otra.
"Principio de educación: la escuela, como institución normal de un país, depende mucho más del aire público en que íntegramente flota, que del aire pedagógico artificialmente producido dentro de sus muros. Sólo cuando hay ecuación entre la presión de uno y otro aire la escuela es buena".[4]
Nuestras sociedades no han alcanzado niveles aceptables con relación al estado de bienestar (welfare state)[5] ; usando como referente los llamados países del primer mundo. Ante la demanda de una sociedad cada vez más industrializada, las universidades han impreso su mayor esfuerzo por optimizar su producción de profesionales, manteniendo niveles de calidad y pertinencia en la docencia y simultáneamente sosteniendo la difícil tarea de generar innovación mediante la investigación. Siendo que se persigue infructuosamente los objetivos deseados, el juicio sobre las universidades es severo… pero mayoritariamente se olvida que la universidad se mueve en un terreno altamente dependiente de las políticas que el Estado promueva, y que comprometen determinantemente su desempeño. Este elemental vínculo, limita los horizontes posibles de surcar por las universidades y conforma un aspecto que luce interesante comentar y discutir previo juicio sobre el papel de la universidad hoy en Latinoamérica.
Un caso para ilustrar
[editar]Nada mejor que un ejemplo para ilustrar los procesos.
Total General | Sector Público | Sector Privado | ||||||||
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Total | Público | Privado | % | Universidades | Otras IES* | % | Universidades | Otras IES* | % | |
2000 | 803.980 | 474.743 | 329.237 | 41,0 | 394.840 | 79.903 | 49,1 | 116.352 | 212.885 | 54,7 |
2001 | 904.703 | 532.546 | 372.157 | 41,1 | 410.307 | 122.239 | 29,8 | 117.502 | 254.655 | 46,1 |
2002 | 948.578 | 525.076 | 423.502 | 44,6 | 404.909 | 120.167 | 29,7 | 143.429 | 280.073 | 51,2 |
2003 | 997.662 | 589.523 | 408.139 | 40,9 | 453.733 | 135.790 | 29,9 | 147.324 | 260.815 | 56,5 |
2004 | 1.074.350 | 627.305 | 447.045 | 41,6 | 490.880 | 136.425 | 27,8 | 135.957 | 311.088 | 43,7 |
2005 | 1.247.181 |
( * ) IES Institutos Universitarios y Colegios Universitarios
La data del sector público incluye las matrículas de la Misión Sucre.
Este modelo estadístico obtenido de los datos de la OPSU[6] , sirve para analizar varios aspectos atinentes a nuestro tema. Los datos están inmersos dentro de la etapa que apropiadamente la profesora Carmen García Guadilla, define como un período en el que las políticas se dirigen “al mejoramiento de la estructura establecida; por otro lado, a crear nuevas instituciones marcadas por lo ideológico-político”[7] . Las etapas posteriores devienen en consolidar este aspecto mientras en cuanto a información, encontramos grandes vacíos que no permiten verificar los progresos obtenidos. Por otro lado, observamos que tanto en el sector público como en el sector privado, las IES entre el año 2000 y 2005, han tenido un crecimiento mayor al 52% comparado con las universidades que experimentaron un 22%. De lo que podemos concluir que la población conserva el deseo de adentrarse en el mundo de la ES, pero opta hacia las carreras cortas con el objetivo de insertarse pronto en el mercado de trabajo.
En cuanto a políticas para la ES en Venezuela, siendo el Estado el mayor beneficiario de la producción de talentos desde las universidades, por cuanto es un estado-empresario, su aporte debería ser al menos recíproco a esta misión. El presupuesto aprobado de la nación 2013, contempla en su rubro Educación Superior: MMBs.111.555 comparado con MMBs. 122,29 para 1991 lo cual luce como un avance importante. Pero si establecemos la comparación en moneda dura 1991 (122.290.000 / 60.73 = 2.013.667) vs. 2013 (111.555.000.000 / 64.100 = 1.740.327) Si a esto agregamos el crecimiento demográfico que va de una población de dieciocho millones de habitantes en 1990 [8] . Esto es una muestra que nos insinúa el grado de relevancia que adhieren a la educación quienes manejan los asuntos de estado. La afectación que tiene las limitaciones de recursos para las universidades tal vez pudiese ser compensada mediante servicios y prestaciones a la comunidad y empresa privada. Sin embargo, emprender iniciativas que promuevan la rentabilidad de la educación, pasa nuevamente por regulaciones que impone la política del Estado en este sentido. Sumado a esto, -la carga- impuesta sobre los hombros de la universidad, cuando los gobiernos trasladan su ineludible misión de proveer educación para grupos que no poseen recursos o que provengan de sectores desprovistos (de las masas), sin aportar la cuota-parte económica que correspondería por esta tarea. Además, a fin de satisfacer compromisos politiqueros y en aras de una hipotética inclusión, se pretende eliminar los exámenes de ingreso, relajar las exigencias de rendimiento, incluso adaptar los modelos educativos a currículo menos exigente de modo que se “democratice” (¿?) la educación superior sin mirar el costo sobre el aseguramiento de la calidad.
Es aquí donde entramos en aspectos sensibles y controvertidos que están empapados del equilibrio precario que sostiene las ideas morales en la modernidad. ¿Se debe “idear” para la universidad, un modelo educativo que sirva para “todos”? ¿Se debe eliminar los filtros de acceso a la universidad en nombre de un ideal –socializante- o mejor dicho, <rasante> en el que tengan “todos” cabida sin distingo de capacidad, en nombre de igualdad de oportunidades? Cuando hablamos del primer mundo, lo hacemos aludiendo al viejo mundo, asiento de los reinos que han sido beneficiarios de su supremacía económica, militar, estructural, etc. Por lo tanto, la -calidad de vida- de sus excluidos (cuantitativa y cualitativamente) es incomparable con la de nuestros excluidos en nuestra Latinoamérica, los que hoy conforman una masa importante para el centro de gravedad en las decisiones políticas y que consecuentemente, afectan el desempeño de nuestros centros de conocimiento. Independientemente de que la tendencia predominante en el gobierno sea liberal, socialista, centro, etc. hay una creciente inclinación de -inclusión- de los pobres al sistema. El problema principal se presenta cuando las capacidades de estos grupos no se compadecen con la media, incluso manifiestos problemas para superar los exámenes de ingreso y que hoy son calificados como una barrera para dicha “inclusión”. ¿Es entonces la solución relajar, cuando no –eliminar– los exámenes de suficiencia y tender a -ajustar hacia abajo- los sistemas de evaluación periódica en nombre del derecho a la educación?
Eficiencia vs. Igualdad
[editar]El indiscriminado manoseo del concepto “derechos humanos” parece estar socavando las bases de la evolución de los pueblos y convirtiendo el derecho en fetiche. Es inevitable, cuando tocamos aspectos que tratan sobre los derechos de los más débiles en la escala social, compadecernos e inclinarnos emocionalmente al apoyo de medidas que tiendan a la enervación de programas de inclusión y protección. En éste punto, lucen enfrentados dos conceptos: Eficiencia, en contraposición de igualdad. Consecuentemente a este problema podríamos formular la siguiente pregunta para profundizar el análisis: ¿Qué conviene más a la nación, una mayor inclusión al sistema sin importar limitaciones y competencias sin tomar en cuenta el que estemos ejerciendo -peso muerto- sobre las posibilidades de otro segmento con mejores condiciones, que tiene mayores probabilidades de aprovechamiento de las bondades del sistema? Sería utópico pretender en nombre del derecho a la educación y la igualdad, que “todos” alcancen el culmen, sin que medien los naturales talentos y posibilidades para alcanzar el máximo grado en la educación superior. ¿Por qué no considerar un esquema piramidal en el cual los individuos tengan la posibilidad de acceder a la ES y salir en diferentes estadios, listos para insertarse en la economía productiva una vez alcanzada una clasificación en la escala según sus posibilidades?
Utilizando el inverso del esquema del principio marxista de la plusvalía, como elemento para tamizar el tema de la inclusión en la educación superior, podríamos afirmar que las ventajas que el individuo obtiene de la cooperación social, deben equivaler a su contribución. Es decir, que es tan contrario a la justicia, la apropiación de la fuerza de trabajo por medio de la explotación, como el que los individuos hagan uso de un sistema educativo sin tener las posibilidades de aportar resultados en la misma medida que el promedio. En otras palabras, sería atentar contra el derecho a obtener una mejor educación y por lo tanto, mejores y mayores posibilidades de progreso, el que se limiten por ejemplo los contenidos en aras de hacer del programa más simple y comprensible a la medida del menos capaz.
En contraposición, estas revisiones nos llevan a pensar en que, aquellos que son minusválidos, no están por propia voluntad es este estadio; median circunstancias que están más allá de la elección del sujeto y que por tanto requieren de la <compensación> de la sociedad. En algunos casos, provienen de grupos que por generaciones han estado alejados de las posibilidades de superación social cuando no es producto de enfermedades y disturbios genéticos que han afectado sus capacidades bien motrices o intelectuales. Sin embargo, dentro de los casos que aludimos tenemos una gama de posibilidades; por ejemplo, un individuo que se ha sumido en el alcohol y subsiste de las escasas propinas que le dan en una esquina por vigilar carros estacionados, hasta un joven que padezca algún tipo de degeneración osteoartricular que lo limite a andar en una silla de ruedas y su sueño sea alcanzar un grado universitario. Dentro de este último rango citado, también hay una diversa gama de discapacidades y a este grupo –por solidaridad humana– correspondería un trato preferencial, pero es más materia de política de Estado que relativa al vehículo que forma, la universidad. …no supone, como el modelo natural, que los principios de justicia tengan una existencia fija y objetiva, de modo que las descripciones de tales principios deban ser verdaderas o falsas de alguna manera estándar… Establece el supuesto diferente y en cierto sentido más complejo, de que hombres y mujeres tienen la responsabilidad de organizar juicios particulares sobre cuya base actúan en un programa de acción coherente, o por lo menos, que ése es el tipo de responsabilidad que tienen los funcionarios que ejercen el poder sobre otros hombres.[9]
Hemos querido abordar este aspecto desde la perspectiva que desarrolló Ronald Dworkin en relación al derecho como una – praxis social –. ¿Porqué abordar un tema de orden social mediante un criterio eminentemente jurídico? Tenemos –El derecho a la educación- como un principio social que deriva a su vez de un orden constitucional; pero que está suscrito al derecho de un grupo social expectante por que la educación adquiera categoría de primer mundo, así esto signifique que la complejidad y exigencias del currículo derive a lo inaccesible a otras mentes menos calificadas. Una consideración importante que no debemos dejar de lado es que, si al pretender acompasar la educación a los menos aventajados, se ejerce inercia sobre las posibilidades de desarrollo de los grupos sociales en su conjunto, esto también es una violación al derecho. Es por esto que en el ámbito de derecho político y social, es necesario considerar más allá de una -justicia distributiva- [10], <<la reciprocidad>>. Es decir que las relaciones de igualdad deben prevalecer solo entre quienes aportan algún tipo de contribución al sistema. A tal efecto es necesario un conocimiento riguroso de todos los hechos y además de sus posibles consecuencias. Los principios no son unívocos sino rasgos de una teoría en constante construcción. Una interpretación practica de la justicia en el espectro de la comunidad y como afectan dichos principios los resultados esperados, es la mejor aplicación del principio de <<equilibrio reflexivo>> por cuanto no estaríamos sujetos a reglas inamovibles, sino a principios flexibles que abarcasen además los resultados finales (telos) esperados como referente.
Revisando hipotéticamente el fondo del tema controvertido, ¿Cuales serían las consecuencias adversas de no acceder a la educación superior para algún miembro no capacitado de la sociedad? ¿Es problema de la universidad como ente socialmente responsable o eminentemente del estado como garante del derecho a de ascenso social? Como podemos observar de este ejemplo, el juicio pasa por elementos éticos que deben ser considerados holísticamente y no solo desde un punto que privilegie lo solidario; ya que tal vez estaríamos transgrediendo la coherencia del principio.
La búsqueda de un equilibrio reflexivo puede poner en evidencia algunas consecuencias radicales inéditas que se desprenden de tomarse en serio los principios normativos que forman el núcleo de nuestros puntos cardinales –por ejemplo la maximización de la <<felicidad nacional neta>>, para una parte del ecologismo, o una plena igualdad de oportunidades y la abolición de toda forma de explotación…[11]
El lector tal vez se incline a juzgar el desarrollo de este tema como utilitarista, sin embargo nótese que no estamos considerando solo aspectos que tengan que ver con lo eminentemente material o económico, sino que nuestra crítica se fundamenta en la colisión de derechos sociales. Para delimitar nuevamente y reforzar el fondo del problema, tenemos una interpretación exacerbada del derecho a la educación sin mayores distinciones, que concurre con el derecho de otro segmento de la sociedad, más bien de una sociedad completa que dispone de las potencialidades para acceder a otros estadios más complejos del saber ergo alcanzar mayores estadios de bienestar para el colectivo. Éstos se alejan en la medida que se “incluyan” individuos menos capacitados a la media del grupo. A esto seguramente opondría el lector, casos como el del renombrado físico Stephen Hawkinghttps://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Hawking , quien a pesar de sus limitaciones físicas, ha desarrollado conocimiento valioso para la humanidad en el campo de la física y la astronomía. Sin embargo, casos como éste es considerado como hazaña, de hecho adquieren mucha relevancia (sin desmérito del logro y superación de obstáculos que evidencian este tipo de personas).
En principio, ambas posiciones tendrían igual peso y validez. Sin embargo, debemos decantarnos por una de ellas en función de la mayor cantidad de beneficiados. A este caso aplicamos lo que Dworkin distingue entre principios –prima facie– y principios –all things considered–. Éstos últimos son aquellos que consideran resultados probables además de la implicación del principio per se. La ponderación de todas las circunstancias es fundamento para la adopción de un criterio sólido. Considera también el autor aquellas decisiones que responden más a una razón política que al -right thesis- y que privilegian “un objetivo moralmente valioso” por encima del derecho subjetivo.
Siguiendo pues la secuencia de nuestro ensayo, ¿Por qué no considerar un esquema piramidal en el cual los individuos tengan la posibilidad de acceder a la ES y salir en diferentes estadios listos para insertarse en la economía productiva una vez alcanzada una calificación en la escala según sus capacidades? Hemos visto que aún pervive en la sociedad, la idea del ascenso social mediante la educación superior. Esta idea ha sido reforzada por los grandes pensadores del siglo XVII que predicaban el desarrollo del conocimiento integral como antídoto a la barbarie (de la que padecemos paradójicamente cada vez más en este siglo de grandes avances para la ciencia). Tal vez el esfuerzo continuado y extenuante por repensar el modelo de universidad que queremos para Latinoamérica, debe ser reconducido a convencer a los gobiernos, que la única forma posible de alcanzar nuevos y mejores estadios de sociedad, es a través del saber. Que nuestro grado de confusión está haciendo que se difumine la línea que separa justicia y derecho. Hoy, nos hemos dado a la tarea de satanizar la idea de progreso y pontificar la solidaridad a un grado cada vez más peligroso. En una sociedad bien ordenada, un grupo lidera el progreso y otro administra el bienestar con solidaridad, sin transgredir los derechos a vivir cada vez mejor que en el pasado, superando contradicciones y errores… no podemos perder esto de vista.
Volviendo sobre las ideas de Ortega y Gasset, las universidades son el reflejo de las sociedades que las contienen. Nuestras universidades en Latinoamérica padecen la misma enfermedad social que nuestra política, porque mayoritariamente están supeditadas a su influencia cuando no a su rigor. Tal vez estamos cerca de una emancipación de las coordenadas políticas que imponen los gobiernos y la universidad pueda volar con sus propias alas y señalar el camino a las sociedades que tanto lo necesitan. Pues, la franca discusión en cuanto a sus derechos y deberes es uno de los aspectos prioritarios a considerar para alcanzar real autonomía y liderazgo. Volviendo a los albores del renacimiento, uno de los más brillantes pensadores de esta era Wilhelm Von Humbolt en su obra: –Sobre la organización interna y externa de los establecimientos científicos superiores en Berlín (1810)- dijo a este respecto: “el Estado debe tener presente -que su injerencia es siempre entorpecedora; que sin él las cosas de por sí marcharían infinitamente mejor”[12] Sin embargo, es una realidad que el conocimiento es poder, y el poder es un néctar apetecido por quienes detentan el poder. Mantener la influencia, cuando no las riendas, de los centros de conocimiento es una tentación insoportable para gobiernos deficientes en resultados y gestión, los que abundan en nuestros países latinoamericanos.
En una sociedad industrial avanzada tiene mucha significación que lo que John Galbraith llama <<el estamento científico y educativo>> se convierta en una fuerza independiente (y por ello a menudo oposicionista o incluso revolucionaria) o que, al contrario, acepte su papel en la gestión social. Si la <<intelectualidad técnica>> llega a considerarse a sí misma como parte de la fuerza de trabajo de una sociedad avanzada y se aplica a la realización de <<reformas de estructura>> -para emplear la expresión de André Groz- que <<creen nuevos centros de poder democrático>>, el impacto social puede ser significativo. La transformación radical de cualquier sociedad es impensable sin la participación activa de los que efectúan el trabajo creador y productivo. En una sociedad industrial avanzada, el <<estamento científico y educativo>> puede ser un elemento decisivo del progreso social. Noam Chomsky.- [13]
Bibliografía complementaria:
Arnsperger, Christian/Van Parijs, Phillipe (2002). Ética económica y social. Paidos Ibérica, S.A. Barcelona.
Chomsky, Noam (2007). Conocimiento y libertad. Ed. Península, Barcelona.
Dworkin, Ronald (1993). Los derechos en serio. Ed. Planeta-Agostini, Madrid.
Maiz Vallenilla, Ernesto (1991). El ocaso de las universidades. Monte Avila editores, Caracas.
Pereira, Gustavo (2004). Medios, capacidades y justicia distributiva. UNAM, México.
García Guadilla, Carmen, Proyecto CINDA Informe Venezuela 2006, (http://planinst.unsl.edu.ar/pags-pdi/plan/1docs-info/info-nacs/17-info-ven-nov06.pdf)
Rawls, John (1999). Una teoría de justicia, F.C.E. México.
Para acceso a los informes del CINDA, dirigirse a la siguiente dirección electrónica: (http://www.cinda.cl/htm/es.htm)
- ↑ Heidegger, Martin (1959) Carta sobre el humanismo, Taurus Ed., Madrid.
- ↑ Lecciones sobre el método del estudio académico, J.G. Fichte (1803); Pensamientos ocasionales sobre universidades en sentido alemán, F. Shleiermacher (1808)
- ↑ Schleiermacher, Friedrich D.E. Monólogos. (1991) Anthropos Ed. Barcelona. (pag. 15)
- ↑ Ortega y Gasset, José. Papel de la universidad. Comp. Jacobo Muñoz (2007) Ed. Biblioteca nueva, Madrid.
- ↑ Término que introduce William Temple (Obispo de Canterbury), en oposición a la tesis Keynesiana de warfare state, que interpreta las acciones puestas en marcha por el Estado Inglés en la posguerra, que generaron una demanda enorme de mano de obra y la consecuente dinamización económica que produjo una -sensación de bienestar-. Los teóricos de la época caracterizaron el término en razón a expansión de la egida del estado sobre la economía en la búsqueda de proporcionar el mayor bienestar económico posible.
- ↑ Oficina de Planificación para el Sector Universitario (Datos compilados por el Informe de Venezuela para el Proyecto CINDA 2006 con algunas modificaciones estructurales)
- ↑ Proyecto CINDA, Educación superior en Iberoamérica 2006. Informe de Venezuela (Pag. 11). Hemos citado el informe 2006 principalmente debido a que la data disponible en la OPSU solo alcanza al 2005, y el análisis realizado por los investigadores se realiza en un término equidistante entre hoy y los inicios de el gobierno actual, lo que permite a los investigadores diagnosticar la inflexión que tiene lugar producto de la influencia política en los destinos de la ES en Venezuela
- ↑ Datos: Transparencia Venezuela (http://www.transparencia.org.ve/AreasEstrategicas-(2)/Informe-Nuestro-Presupuesto_-2012.aspx)
- ↑ Dworkin, R. (1993) Los derechos en serio. Ed. Planeta-Agostini, Madrid
- ↑ De: Una teoría de justicia, de John Rawls (1972) en la que opone al utilitarismo vigente en la época en la cual el individuo es -una gota en el océano de la utilidad general-. Rawls es partidario de una consideración más individual, a lo que propone el <<equilibrio reflexivo>> como método de análisis de los principios y reglas en función de a) Igualdad de libertades, en pro que todos sean iguales ante la ley y b) Principio de diferencia, en que las posibles desigualdades sólo sean para proveer de oportunidades (de empleo) a los más débiles.
- ↑ Arnsperger, Christian/Van Parijs, Phillipe (2002). Ética económica y social. Paidos Ibérica, S.A. Barcelona. (pag. 22)
- ↑ Pag. 211. (Tomado de: El ocaso de las universidades, de Ernesto Maiz Vallenilla) http://www.bib.usb.ve/ArchivoMayz/_archivos_pdf/elocasodelasuniversidades.pdf
- ↑ Chomsky, Noam (2007). Conocimiento y libertad. Ed. Península, Barcelona.