Teoría del arte/1.1 Origen histórico del concepto del arte
Unidad 1. El concepto del arte
Bloque 1.1 Origen histórico del concepto del arte
Al término de la unidad el estudiante será capaz de identificar los principales elementos que hacen del arte uno de los productos culturales de mayor complejidad.
Introducción
[editar]El concepto de «arte» no es inmutable, tiene significados diversos, pues también se ha empleado distintas formas a lo largo de la historia. Como señala Tatarkiewicz: “A través de los años se ha alterado el sentido de las expresiones. Los cambios han sido suaves pero constantes, y a través de milenios han hecho que cambie totalmente el sentido de las antiguas expresiones.”[1]
Jiménez (2002) señala que el concepto de ‘arte’ es histórico, pues “apareció en un momento muy concreto de nuestra tradición de cultura, en esa aurora de nuestra civilización que fue en tantos sentidos la Grecia antigua”.[2]
Analizar los cambios en el concepto de ‘arte’, nos ayudará a entender las diferentes teorías del arte, las cuales a su vez se han adaptado a los usos sociales de la expresión denominada ‘arte’.
Arte, techné, ars
[editar]El concepto griego ‘techné’ (τέχνη), antecesor de ‘arte’, hace alusión a la destreza, habilidad o saber hacer sobre alguna actividad manual, como hacer una casa, reparar zapatos u otros objetos de utilidad. También se relacionaba con la destreza de la estrategia militar y del dominio de la palabra ante una audiencia. Para poder dominar estas ‘artes’, se requerían reglas y preceptos. Por esta razón, para los griegos, la poesía no era un arte, pues no requería de reglas, sino de la inspiración de las musas.[3]
Definiciones griegas sobre ‘techné’ (arte):
- Platón: “El arte no es un trabajo irracional”.[3]
- Galeno decía que el arte eran todos los “preceptos universales, adecuados y útiles que sirven a un propósito establecido”.[3]
La cultura griega y los ideales homéricos
[editar]La Ilíada y la Odisea de Homero, son dos ejemplos de la cultura griega por plasmar en cantos (y ahora en palabra escrita) los ideales de su cultura. En la Grecia arcaica, pues, se usaba la palabra oral para construir simbólicamente los valores sociales.
Antes del uso de la palabra escrita y el alfabeto, en Grecia se encontraban los aedos, cantores cuya misión era "fijar en la memoria, utilizando el soporte de la palabra poética, las gestas o hazañas de los hombres y de los dioses".[4] El aedo más importante, Homero, narraba los valores pasados de la sociedad aquea, la heroicidad, la virilidad basada en el arte de la guerra, pero también "la idea de la «realeza divina»".[4]
El «héroe» de los poemas homéricos no sólo debe mostrar siempre su potencia viril y su inteligencia práctica, sino evitar todo deslizamiento hacia la «desmesura» en sus acciones, como muestra el dramático despliegue de la «cólera de Aquiles» en la Ilíada.[5]
Shiner también señala que los griegos que asistían a una representación de una tragedia, como Antígona, no lo hacían como espectadores (como lo haríamos los espectadores contemporáneos), sino a un festival religioso y político en el que se le rendía culto a Dioniso. Los asistentes se reunían junto a sus tribus políticas, y participaban en un ritual de cinco días. Se le rendía tributo a los muertos y a los huérfanos de la guerra, y después se llevaban a cabo las representaciones de "nueve tragedias, tres obras satíricas, cinco comedias y veinte himnos corales dionisíacos."[6]
Así como las representaciones de las tragedias y las fiestas dionisiacas están muy lejos de las representaciones teatrales contemporáneas, el concepto de 'bellas artes' en sentido moderno es completamente ajeno al mundo antiguo.[6]
La acepción antigua de la palabra 'arte'
[editar]Como ya se señaló previamente, la palabra techné se asociaba a la destreza o habilidad para hacer diversas cosas, como la medicina, la escultura, la carpintería, la creación de calzado, la poesía, etc. Los objetos, resultado de la techné, no eran obras en sí, sino objetos con una finalidad o función. Es posible, pues, que ni los griegos ni los romanos tuvieran una palabra en concreta para designar lo que en la modernidad hace alusión al 'arte'.[7]
Ni Aristóteles ni Platón, ni ningún otro filósofo en concreto, pensaban en la arquitectura, la pintura o escultura como obras de arte; mucho menos a la música o a la poesía. Más bien, a la pintura y a la tragedia se les consideraba artes de la mímesis, o de la imitación.[8]
Aristóteles creía que el artista/artesano se hace con una materia en bruto (un carácter o el cuero) y usa una serie de ideas y procedimientos (la trama o la forma de un zapato) para producir algo (una tragedia, unos zapatos).[8]
Asimismo, Aristóteles hará hincapié en que techné es aquello que distingue al ser humano de otros animales; por lo tanto también estaba asociada al razonamiento. Con la techné, el ser humano podía imitar a la naturaleza.[9] Aristóteles se refiere a las «artes miméticas» (techné mimetiké) como aquellas que eran producto de la inventiva humana, en su capacidad de imitar a la naturaleza, mientras dichas producciones no están subordinadas a un contenido de verdad (imaginación). En este sentido, un productor de imágenes miméticas podía ser un creador de pinturas, esculturas o tragedias.[8]
Nuestra moderna categoría de arte no tiene equivalente en el mundo antiguo como tampoco lo tienen «literatura» o «música». En la antigüedad tardía el término litteratura podría ser empleado en ocasiones para referirse a un cuerpo de escritos, pero «literatura» ciertamente no tenía el sentido moderno de un canon de escritura creativa. Por el contrario, connotaba en general la gramática o el aprendizaje escrito.[10]
Artes liberales y artes vulgares
[editar]En la antigüedad tardía de Grecia, así como en Roma, se encuentra la clasificación general de «artes liberales» y «artes vulgares» (también denominada «serviles»). [11]
- Artes vulgares: son aquellas que se producían o generaban a partir del trabajo físico, que también era pagado.[11]
- Artes liberales: productos del intelecto, y relacionadas con personas cultivadas y pertenecientes a la élite. Incluían las artes verbales, como la retórica, dialéctica, gramática; también las matemáticas (geometría, música y aritmética).[11] Las siete artes liberales, eran:
- Artes verbales: retórica, gramática, dialéctica y poesía
- Matemáticas: geometría, aritmética y música (teoría)
- Medicina
- Agricultura
- Mecánica
- Navegación
- Gimnasia
Dentro de las artes liberales, en ocasiones también se incluían a la arquitectura y la pintura, aunque también eran consideradas «artes mixtas» por poseer elementos de las vulgares y las liberales.[11]
División del artista y el artesano
[editar]El concepto de «artista», así como el de techné, no corresponde con el uso moderno. Los griegos entendían al artista, como ahora nos referimos a la persona que realiza oficios. "En pintura y en escultura, lo mismo que en carpintería y en navegación a vela, el artesano/artista griego o romano tenía que combinar una capacidad intelectual para captar principios con un entendimiento práctico, cierta destreza y gracia."[12]
Si bien entre los griegos había tratados que definían las artes productivas (construcción o escultura) y las artes de ejecución (medicina o retórica). Sin embargo, no había una división clara entre arte y artesanía; en cambio, se consideraba que todas estas prácticas eran realizadas por el ingenio de "practicantes diestros y habilidosos".[13]
Otro aspecto importante es que la concepción antigua del artista/artesano no poseía las características de originalidad, autonomía o imaginación. Esto es así porque estas características eran apreciadas para otras actividades, y la mayoría de los trabajadores de las artes manuales o vulgares, eran apreciados en tanto su capacidad de solucionar problemas o generar productos útiles. No sería hasta el siglo IV de nuestra era, cuando comenzó a apreciarse el talento de los artistas griegos del pasado.[14]
Con respecto al arte de la poesía, los griegos los tenían en alta estima, pues un poeta era un creador de discursos. Sin embargo, era diferente aquel que pertenecía a la aristocracia de aquel que lo hacía bajo el patrocinio de un mecenas, quienes les solían pedir acompañamiento para que los entretuvieran contando historias.[15]
Belleza y función del arte
[editar]Los griegos y romanos tenían diversas prácticas sociales, políticas, rituales, etc., que ahora son consideradas o reconocidas como «artísticas», pero que originalmente tenían una interpretación ajena a la idea moderna de lo «estético». Tanto los festivales a Dioniso, como el festival de las Panateneas, eran actividades sociales que incluían la práctica ritual de procesiones y reuniones acompañadas con música, poemas épicos homéricos y competencias de atletismo, las cuales eran premiadas con vasijas decoradas; estas vasijas servían para llevar aceite de oliva.[16]
En la Roma antigua, las prácticas rituales eran también importantes, y algunas obras, como la Eneida, tenían una función comunicativa, pedagógica y de instrucción social, a la vez de que también era compartida para el divertimento social.[16]
La Eneida era memorizada y recitada, no sólo porque se trataba de una obra de arte imaginativa en el sentido actual que damos hoy a esa palabra, sino porque además era usada para enseñar las reglas correctas de la gramática y el estilo refinado, para inculcar ejemplos de virtud vívica y para mostrar que uno era miembro de las clases «cultas».[16]
La música en la antigüedad no se escuchaba de manera individual ni para el deleite, sino que era una actividad social, casi siempre para acompañar la danza, el teatro, así como para las actividades militares, de celebración e interpretación colectiva. También tenía una función para memorizar o aprender historias.[16]
El mismo Aristóteles, en la Poética habla de la importancia de la tragedia para provocar piedad y miedo, pero no en el sentido estético, sino para generar una «catarsis» que purificara y purgara el alma, clarificando las acciones humanas y generar un aprendizaje de tipo moral.[17]
La pintura y la alfarería tenían, sobre todo, una función práctica, pues servían para la manufactura de vasijas, cuencos, estatuas votivas, partes de templos, estelas para los actos fúnebres, etc.[17] "Incluso las estatuas de la antigua Grecia que hoy en día contemplamos estéticamente no fueron realizadas para ser admiradas como obras de arte sino para servir a propósitos políticos, sociales o religiosos."[17]
En este sentido, la idea de belleza no se corresponde a los ideales del arte actual (a partir del s. XVIII), pues los valores principales que los griegos le adjudicaban a los objetos y acciones rituales tenían que ver con la moralidad:[18]
La idea de belleza en el mundo antiguo solía combinar lo que nuestras teorías estéticas ponen por separado: «belleza» (kalón) era un término genérico que se aplicaba al pensamiento y al carácter, a las costumbres y a los sistemas políticos, lo mismo que se aplicaba a la forma y a la apariencia física. La palabra griega kalón o la latina pulchrum a menudo eran empleadas simplemente para referirse a lo «moralmente bueno».[18]
Más tarde, tanto Plotino, como san Agustín, ampliaron el término de lo bello a la música, la arquitectura y la escultura, pero siempre colocando a la belleza externa por debajo de la belleza moral, espiritual e intelectual. [18]
Incluso en el influyente tratado de Plotino estamos lejos de contar con una concepción del arte unificado por un principio interno común y en oposición a las artesanías y oficios. Tampoco recomienda Plotino una contemplación desinteresada de las obras como fines en sí mismos.[18]
La apreciación de la belleza en los romanos
[editar]Entre las clases altas, durante el periodo helenístico y romano, aparecieron algunas actitudes semejantes a las de la apreciación de la belleza (semejantes a la modernidad). Calímaco y Ovidio mencionaron a la poesía en su posibilidad de "satisfacer placeres inocentes", que se acerca al placer desinteresado de la estética moderna. Aún así, estos escritos no eran la norma. Horacio, en Arte Poética, hablaban de la relación entre lo "instructivo y lo placentero", que es una idea que se traslada a la Edad Media y el Renacimiento.[19]
Los romanos, sobre todo las clases altas y gobernantes, comenzaron una tradición de un tipo de coleccionismo de arte, especialmente con estatuas y vasijas de oro griegas durante los saqueos. Incluso comenzó a aparecer un mercado y una práctica de copiar las obras escultóricas y pictóricas entre los artesanos/artistas. Esto implicaría que estas obras eran apreciadas en tanto sus características físicas, y no por los valores sociales o ritualísticos que originalmente tenían.[20]
Tanto el emperador Adriano, como Cicerón y Plinio, admiraban las esculturas y pinturas griegas. Sin embargo, esta acumulación de piezas griegas, no sólo tenía que ver con una apreciación desinteresada, sino también porque esto representaba un signo de prestigio, poder y riqueza. Aún en Roma, la relación de las imágenes con los propósitos de culto-religiosos, así como la subordinación de la imagenería con el culto social y político, eran la norma principal.[20]
Clasificación medieval de las artes
[editar]Durante la alta Edad Media, la clasificación tradicional de artes liberales y vulgares (serviles) se mantuvo. Sin embargo, a las liberales se las dividió en dos clasificaciones: trivium y quadrivium.[21]
Clasificación medieval de las artes[22] | ||
---|---|---|
Artes liberales | Trivium | Gramática, retórica, lógica |
Quadrivium | Aritmética, geometría, astronomía, música | |
Artes mecánicas (Hugo de San Víctor) | Tejido, armamento, comercio, agricultura, medicina, caza, teatro |
Fue Hugo de San Víctor quien propuso sustituir el término «vulgar» o «servil», por ser peyorativos, y sustituirlos por «artes mecánicas».[23] Decía que "como había siete artes liberales, era preciso contar con siete artes mecánicas."[24] En el siglo IX, en Europa, lo mecánico se asociaba a lo manual. Las artes liberales, asociadas al razonamiento y a un remedio en contra de la ignorancia, fueron equiparadas a las artes mecánicas que "remediaban nuestra debilidad física".[24]
Otros filósofos y pensadores no consideraban que las artes liberales y mecánicas estuvieran equiparadas. Conforme los textos de Aristóteles, a través de santo Tomás, se iban extendiendo, la idea de que las artes útiles o mecánicas, resultaban degradantes. Estas discusiones permanecieron por mucho tiempo, sin un consenso pleno dentro de los textos.[25]
Artífice
[editar]El término artista en la Edad Media era propio de quienes se dedicaban a las artes liberales, mientras que quienes se encargaban de producir objetos u otras labores designadas dentro de las artes mecánicas, se les denominaba artifex.[22]
El pintor medieval era ante todo un artífice de la decoración, que cubría por encargo las paredes de las iglesias, los edificios públicos y las casas de los ricos, y pintaba muebles, banderas, escudos y estandartes. Había muy pocas cofradías relacionadas con las artes individuales. A menudo los pintores pertenecían a la cofradía de los drogueros (puesto que confeccionaban sus propios pigmentos), los escultores a la de los orfebres, y los arquitectos a la de los picapedreros, pese a que hay pruebas de que algunos arquitectos gozaban de una posición social más favorecida.[22]
Al artífice, como decía san Buenaventura, se le consideraba un hacedor, no un creador. "Dios crea la naturaleza de la nada, la naturaleza a su vez actualiza la potencia; el artífice se limita a modificar lo que la naturaleza ha actualizado."[26]
A pesar de esto, hay que señalar que el artífice también podía gozar de buena reputación, tener un reconocimiento social e, incluso, firmar sus obras. Sin embargo, la relación de subordinación con el patrón, así como la forma de agrupación gremial y de talleres, convierten el artífice en un tipo de trabajador que aún se aleja de una visión del artista genio que aparecerá después del Renacimiento. Shiner que señala que "El artesano/artista medieval no era ni el anónimo artesano de los románticos ni el moderno individualista de los revisionistas."[27]
El género entre los artífices
[editar]La división social de sexo o género no tenía gran relevancia entre los trabajadores manuales o artífices en la Edad Media. Pocos trabajos eran exclusivos de hombres o mujeres, puesto que en muchos casos eran las órdenes religiosas las que se encargaban de llevar a cabo estas labores, y eran tanto masculinos como femeninos.[28]
En cuanto a la producción fuera de los conventos, las mujeres participaban en la pintura, los textiles y la talla en madera. Aún así, podían existir diferencias, por las designaciones sociales, legales y económicas, dentro de las cuales las mujeres se encontraban en desventaja. Sin embargo, la mujer medieval podía practicar muchas más labores que en otras épocas, e incluso heredar los talleres si quedaban viudas o convertirse en empresarias.[28]
En música, lo mismo que en poesía y en prosa, las mujeres compositoras de los conventos eran tan productivas y respetadas como los hombres: el reciente resurgimiento de las composiciones de Hildegarda de Bingen nos lo recuerda.[29]
La idea de belleza en la Edad Media
[editar]En la Europa medieval había un sentido por la belleza formal; sin embargo, esta no era separada del contenido o la función de la obra. La poesía era usada como herramienta de instrucción y enseñanza, aunque debía ser bella para causar placer también. También la música tenía una función social como vehículo de textos religiosos o para inculcar valores. Cuando se referían a la belleza del arte, los filósofos medievales se referían a la "belleza de Dios y la Naturaleza".[30]
Shiner señala que es "más plausible suponer que en la Edad Media no había ni arte ni artesanía en el sentido moderno sino solamente artes, y que los individuos respondían a la función, el contenido y la forma, en conjunto, y no tanto que las consideraban por separado."[31]
Para un pensador medieval como Santo Tomás, era más valiosa una navaja útil, que una navaja bella de cristal, que no tenía una utilidad. Una navaja de estas características no sólo sería "inútil sino además una obra de arte malograda y, por otra parte, ninguna de las dos será bella."[31]
Lista de referencias
[editar]- ↑ Tatarkiewicz, 2001, p. 39.
- ↑ Jiménez, 2002, p. 53.
- ↑ 3,0 3,1 3,2 Tatarkiewicz, 2001, p. 40.
- ↑ 4,0 4,1 Jiménez, 2002, p. 57.
- ↑ Jiménez, 2002, p. 57-58.
- ↑ 6,0 6,1 Shiner, 2004, p. 45.
- ↑ Shiner, 2004, p. 46.
- ↑ 8,0 8,1 8,2 Shiner, 2004, p. 47.
- ↑ Jiménez, 2002, p. 56.
- ↑ Shiner, 2004, p. 48.
- ↑ 11,0 11,1 11,2 11,3 Shiner, 2004, p. 49.
- ↑ Shiner, 2004, p. 50.
- ↑ Shiner, 2004, p. 50-51.
- ↑ Shiner, 2004, p. 51.
- ↑ Shiner, 2004, p. 52.
- ↑ 16,0 16,1 16,2 16,3 Shiner, 2004, p. 53.
- ↑ 17,0 17,1 17,2 Shiner, 2004, p. 54.
- ↑ 18,0 18,1 18,2 18,3 Shiner, 2004, p. 55.
- ↑ Shiner, 2004, p. 55-56.
- ↑ 20,0 20,1 Shiner, 2004, p. 56.
- ↑ Shiner, 2004, p. 57.
- ↑ 22,0 22,1 22,2 Shiner, 2004, p. 60.
- ↑ Shiner, 2004, p. 57-58.
- ↑ 24,0 24,1 Shiner, 2004, p. 58.
- ↑ Shiner, 2004, p. 59.
- ↑ Shiner, 2004, p. 61.
- ↑ Shiner, 2004, p. 61-62.
- ↑ 28,0 28,1 Shiner, 2004, p. 62.
- ↑ Shiner, 2004, p. 62-63.
- ↑ Shiner, 2004, p. 64-65.
- ↑ 31,0 31,1 Shiner, 2004, p. 66.
Bibliografía
[editar]- Jiménez, José (2002). Teoría del arte. Tecnos. ISBN 84-309-3779-X. Consultado el 2023-01-08.
- Shiner, Larry (2004). La invención del arte: una historia cultural. Paidós. ISBN 84-493-1640-5. Consultado el 2023-01-08.
- Tatarkiewicz, Wladislaw (2001). Historia de seis ideas : arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética (6a. ed edición). Tecnos. ISBN 84-309-1518-4. Consultado el 2023-01-08.