La mirada mental

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La mirada mental

Título La mirada mental
Autor Angel Riviere
Año 1996
  • La Teoría de la mente[1] es un subsistema cognitivo al servicio de formas complejas de interacción y comunicación, así como de pautas elaboradas de mentira y engaño. Incluye las nociones de creencia, intención y deseo.
    • Se compone de un soporte conceptual y de mecanismos de inferencia que sirven para manejar, predecir e interpretar la conducta humana.
    • Capacidad humana que consiste en atribuir mente a sus congéneres y al propio sujeto, permitiendo conceptuar las acciones humanas como acciones intencionales.
    • Criterios fundamentales (para decidir si alguien tiene teoría de la mente):
      • Ser capaz de tener creencias sobre las creencias de otros, distinguiéndolas de las propias
      • Ser capaz de hacer o predecir algo en función de esas creencias atribuidas: engañar o predecir el engaño.
  • En torno a los cuatro años y medio, los niños se muestran capaces de predecir bien la acción “equivocada” del personaje engañado en la tarea de la FALSA CREENCIA. Los niños de menor edad, aún cuando comprenden bien y recuerden adecuadamente los elementos de la historia, tienden a cometer un “error realista”, y suelen predecir que buscará el objeto donde realmente está. Su predicción de la conducta del personaje se basa en lo que ellos realmente saben sobre la situación real, y no en lo que el personaje conoce. Cometen el “error egocéntrico”, de confundir su propio estado mental con el del personaje de la historia.
  • Hacia los cuatro años y medio, los niños se hacen capaces de entender estados de “falsa creencia”, y por tanto desarrollan ya una Teoría de la Mente refinada. Pueden diferenciar con claridad sus propios estados mentales de los de otras personas, y se hacen capaces de definir los contenidos de tales estados mentales en función de las fuentes de acceso informativo que los producen.
  • Éngaño Táctico. Capacidad de modificar una parte del repertorio del comportamiento adaptándolo a un rol de engaño, en forma intencional, estratégica y premeditada. El engaño táctico no implica sólo “tener una mente”, sino una propiedad más recursiva: “mentalizar sobre la mente”. Esta capacidad es flexible, no está determinada por un programa genético, se adapta a situaciones desconocidas. Sólo en el ser humano!
  • La Teoría de la Mente no sólo sirve para engañar si no que tiene un valor cooperativo y comunicativo. Ésta es el fundamento de las destrezas pragmáticas que permiten los modos de cooperación y comunicación, más propios y específicos del hombre, es decir, aquellos que tienen función ostensiva o declarativa.
  • Competencias mentalistas: son un logro ontogenético producto del progresivo cambio representacional debido al mecanismo de SUSPENSIÓN SEMIÓTICA
    • Se constituye en contextos intersubjetivos.
    • Permite suprimir algún componente de una representación, sustituyéndolo por otra función o significante. La suspensión implica dejar en el aire algo, de forma que deje de tener los efectos que le son propios al impedirse su terminación o disminuirse su intensidad.
Nivel Fuente de suspensión Producto semiótico Alcances y límites
1 (9-10 meses) Preacciones Gestos deícticos, protoimperativos, protodeclarativos Requieren presencia del objeto
2 (11-18 meses) Acciones instrumentales culturalmente situadas Juego funcional → símbolos enactivos Posibilidad de representar referentes ausentes
3 Propiedades habituales de los objetos Juego de ficción, simbolización con sustituciones y transformaciones Creación de mundos simulados
4 (4 años y medio) representaciones simbólicas mismas simbolización metafórica, metarrepresentaciones, noción de falsa creencia, intensionalidad Metáforas. Sentido del humor.
  • La primera etapa se caracteriza por dejar en suspenso los esquemas cerrados de acción, fraccionar las conductas al servicio de la producción de gestos deícticos como los actos comunicativos para pedir o para compartir (protoimperativos y protodeclarativos). Se suspenden preacciones, acciones que son fundamento para otra acción y que en el esquema cerrado de acción aparecen coordinados. Con la suspensión de estas preacciones se constituye el gesto de señalar al coordinarse con un esquema de interacción en el cual se reconoce al otro como agente por lo que comienza a manifestar el dominio de una causalidad objetiva.
  • En la segunda etapa se suspenden las funciones propias de las acciones instrumentales dando lugar a la generación de los símbolos enactivos. Actúan procesos de abstracción de esquemas de acción de la secuencia total de la acción instrumental que se generalizan al servicio de nuevas funciones (ej. Pablo seleccionaba, de una acción completa como es soplar para apagar, la acción de soplar; y la coordinaba en un esquema de interacción con su padre al servicio de producir un valor simbólico que expresa “papá, encendé el mechero”). Los símbolos enactivos se despliegan en el marco de los juegos funcionales que corresponden al uso de un objeto con su función convencional pero fuera de contexto.
  • La tercera etapa suspende las propiedades habituales de los objetos y su producto principal es el juego de ficción: los niños comienzan a suspender las “representaciones veraces del mundo” y a situarse en otro plano de representación que ya no se define en sentido literal sino por la suspensión de las relaciones ordinarias de referencia y de verdad entre las relaciones y las cosas. Los juegos simbólicos se diferencian de los símbolos enactivos porque implican sustitución de objetos o transformación de propiedades. El niño puede despegarse de la percepción y jugar en un mundo ficcional.
  • En la cuarta etapa se logra la suspensión de las representaciones simbólicas mismas y su producto es la intensionalidad, la simbolización metafórica y la capacidad metarrepresentacional. El niño adquiere la Teoría de la mente y puede entender ironía, sarcasmo, adivinanzas, etc.

Comentarios[editar]

  1. Un error común es pensar que es una teoría en el sentido académico de la palabra. Es más bien un concepto que describe un momento en el desarrollo ontogénico del ser humano