Ir al contenido

Sobre el sueño

De Wikiversidad
Sobre el sueño

Título Sobre el sueño
Autor Sigmund Freud
Año 1901

Sobre el sueño es un artículo escrito por Sigmund Freud y publicado en 1901.

Resumen

[editar]

En épocas precientíficas el sueño era considerado el anuncio propicio o nefasto de unos poderes superiores, demoníacos y divinos. Con el florecimiento de la manera de pensar de las ciencias naturales, la mitología se traspone en psicología. El sueño es considerado la genuina operación psíquica del soñante. El sueño se ha vuelto desde entonces, menesteroso de explicación. En el foco de interés está la pregunta por el significado del sueño: por una parte, significado psíquico del soñar (estatuto respecto de los otros procesos psíquicos y su eventual función etiológica); por otra, si éste es interpretable, si el contenido onírico singular tiene un sentido como en otras composiciones psíquicas. Hay tres tendencias en su apreciación. Una, la expresan muchos filósofos: su fundamento es un estado particular de la actividad del alma, exaltación a un nivel más elevado (emancipación de la naturaleza exterior (Schubert), exteriorizaciones de fuerzas anímica impedidas en el día, hiperrendimiento) En contraposición, los autores médicos, apenas si conceden al sueño su valor de fenómeno psíquico. Sus explicitadores son estímulos sensoriales y corporales, que alcanzan al durmiente desde afuera, o sea activan por azar dentro de sus órganos internos. Proceso físico inútil; su peculiaridad reside en el trabajo inconexo de dichos estímulos. No sentido, no significado. La opinión popular le concede uno, que atañe a la enunciación del futuro; y que éste puede interpretarse por algún procedimiento: fragmento a fragmento siguiendo una clase fija, o bien del todo del sueño a otro todo, ambos relacionados simbólicamente. Así se sustituye lo recordado por otro contenido.

II

[editar]

Alcancé nuevas elucidaciones aplicándole un método que me había servido en la solución de fobias, ideas, obsesiones, ideas delirantes, etc (psicoanálisis) Las múltiples analogías entre la vida onírica y los estados de enfermedad psíquica parecían justificarlo. Ideas angustiosas y obsesiones se contraponen a la conciencia normal de igual modo que el sueño a la vigilia; a su vez su origen es igualmente misterioso. En el procedimiento se exhorta al enfermo, que dirija su atención a la idea respectiva, pero no parece reflexionar sobre ella, sino para poner en claro todo cuanto se le ocurre sobre ella, sin excepción, y comunicarlo al médico. Se obtienen numerosas ocurrencias a las que se anudan otras, que el enfermo dice disparatadas o carentes de importancia. Se nota que dicha crítica excluyó dichas ocurrencias de la comunicación, e incluso de su devenir cc. Si se logra renunciar a esa crítica, y se sigue ilando las series de pensamiento, se gana un material psíquico que se anuda nítidamente a la idea patológica, despeja sus enlaces con otras ideas, y si se continúa, permite sustituir la idea enfermiza por una nueva que se inserta en la trama anímica. A dónde llego si se aplica al sueño. Ejemplo de un sueño de Freud (pp. 621-624) La concepción que se me impone desemboca en esto: el sueño es un sustituto de aquellas ilaciones de pensamiento rebosantes d afecto y sentido que yo he alcanzado tras un análisis completo. El contenido del sueño es mucho más breve que los pensamientos a los que sustituye, y el suscitador del sueño, un acontecimiento nimio de la velada anterior. Si llego por dichas asociaciones, desde cualquier sueño, a una cadena de pensamientos, entre cuyos elementos retornan los ingredientes del sueño, y que están interconectados de manera correcta y plena de sentido, debería resignarse que ello haya sido posible por obra del azar. Al sueño tal como se recuerda (contenido manifiesto) se opone el material hallado en el análisis (contenido del sueño latente) Al proceso de mudanza lo llamo “trabajo del sueño”, y al opuesto, trabajo de análisis. 1) ¿Cuál es el proceso de transmudación?; 2) ¿Cuál es el motivo de la transposición?

III

[editar]

Atendiendo a la relación entre contenido manifiesto y latente, los sueños pueden clasificarse en tres clases. En primer lugar, sueños plenos de sentido, comprensibles, insertables dentro de nuestra vida anímica. Un segundo grupo, lo forman sueños coherentes entre sí y con sentido claro, pero que producen un efecto extraño, pues no podemos colocar este sentido dentro de nuestra vida anímica (ej. soñamos con la muerte de un pariente por peste; ¿cómo he dado con esta idea?) Por último, encontramos sueños faltos de sentido y comprensibilidad, incoherentes, confusos y disparatados. Son la abrumadora mayoría. La oposición entre contenido manifiesto y latente sólo vale para 2-3. Muy a pesar nuestro, tropezamos con motivos que nos movieron a defendernos, a no tomar un conocimiento cabal de los pensamientos oníricos latentes; formulamos esta conjetura: entre el carácter incomprensible y confuso del sueño y las dificultades que ofrece la comunicación de los pensamientos oníricos, media un nexo íntimo y ajustado a ley. La indagación del grupo 1 es recomendable. En efecto los sueños de niños son tales, aportan una refutación al intento de recondecirlos a una actividad cerebral disociada. No es lícito confiar en que el esclarecimiento de procesos psíquicos en el niño, donde quizá estén simplificados al mínimo, se demostrará indispensable como trabajo preparatorio. Ejemplos de sueños de niños. Una niña de x meses debió guardar ayuno durante un día por indigestión con fresas. La noche que siguió se la oyó decir en sueños su nombre y agregar: “Er (d) beer, hochbeer, Єier (s) peis, Papp” (“fresas, fresas silvestres, huevos, papillas”) Varoncito de 22 meses que, el día antes, debió dar a su tío, una canasta llena de fresas, se despierta diciendo “¡He (r) mann alle kirschen aufgessen!” (¡Germán comió todas las cerezas!”) Lo común es que cumplen cabalmente deseos que se avivaron durante el día y quedaron incumplidos. Son simples, y no disfrazados, cumplimientos de deseos, por más que el contenido se complique y sutilice. Resulta, además, su nexo con la vida diurna. Deseos pendientes generalmente en la víspera, provistos de una intensa tonalidad de sentimiento. En adultos pueden recopilarse sueños de tal índole; sueños de comodidad y otros. En algunos, el deseo es de grado más indirecto (ej. la joven mujer de un hombre sueña que le ha venido el período; no le ha venido, y desea prolongar su estado actual); necesitan de una interpretación. En sueños largos y confusos, no es raro encontrar un fragmento que contiene un inequívoco cumplimiento de deseo, soldado con otro material incomprensible. Si uno analiza los sueños transparentes averigua que no son tan simples como lo de los niños, y que, tal vez, tras un cumplimiento de deseo ocultan otro sentido. Antes de abandonar los sueños infantiles, se destaca que pueden ser sustituidos por un enunciado desiderativo: “¡Si pudiera guardarme las cerezas en vez de dárselas a mi tío!”… Pero el sueño ha efectuado una transmutación – que es lícito llamar trabajo del sueño –: un pensamiento desiderativo es sustituido por una intuición sensible en tiempo presente.

IV

[editar]

Conjeturamos una transposición así, en el caso de los sueños confusos; no sabemos si sobre enunciados desiderativos, aunque una parte, admite ser reconocida a estos (ej. el sueño de la trebe d' hôte; algunos elementos contienen exactamente lo contrario de unas situaciones desagradables que ha vivenciado, “nunca he obtenido nada gratis” y el episodio con su esposa). Más llamativa es una segunda operación por la que son producidos los sueños incoherentes. Si se compara el número de elementos de representación en el sueño y los pensamientos oníricos a que conduce el análisis, no cabe duda que el trabajo del sueño ha producido una enorme compresión o condensación. No se encuentra ningún elemento del contenido del sueño desde el cual lo hilos de la asociación no se separen en dos o más direcciones y ninguna situación que no esté formada por retazos de dos o más impresiones y vivencias. El material reunido debe ser apto para este uso, se requiere de algo común – o varios – que esté presente en todos los componentes. Hace coincidir los diversos componentes como superponiéndolos, entonces aparece nítidamente marcado lo común en la imagen conjunta, pues los detalles discordantes así se anulan entre sí. Explica también los grados cambiantes de nebulosidad. Toda vez que en el análisis algo no determinado admite resolverse todavía en un “o bien… o bien”, hay que sustituirlo, para la interpretación una “y”, y tomar cada miembro de esa aparente alternativa como punto de arranque de una serie de ocurrencias. Donde no están presentes los rasgos comunes se los crea, para posibilitar su figuración común. El camino más corto es alterar la expresión lingüística de uno de ellos. Buena parte del trabajo del sueño consiste en la creación de tales pensamientos intermedios a menudo forzados. “Yo quería tener alguna vez algo gratis”, “de buena gana querría gozar de algo sin tener “gastos” (kosten)”. Kosten se adecua por su segunda acepción (probar), al círculo de la table d hote”, y puede hallar figuración mediante la espinaca que se come en el sueño. La explotación de la antigüedad de las palabras es proceso enteramente habitual. Por la condensación se explican las personas de acumulación y personas mixtas, y los extraños productos mixtos. La contracción de personas está destinada a representar un “y”, un “así como”, equiparación en algún aspecto. Esa regla para resolverlas, vale también para los productos mixtos. Esa comunidad, tal como anteriormente, sólo se averigua en análisis; el contenido del sueño sólo indica que tienen algo en común. Cada uno de los elementos del contenido del sueño está sobredeterminado por el material de los pensamientos oníricos. Su genealogía reconduce a una serie entera de pensamientos oníricos que pueden pertenecer a las más diferentes regiones del tejido de pensamientos. El elemento onírico es el subrogado de todo ese material dispar. Así también, un pensamiento onírico está subrogado popr más de un elemento del sueño. Junto a la mudanza de un pensamiento (dramatización) en una situación, la condensación es el carácter más importante y peculiar del trabajo del sueño.

Hay un tercer factor que explica la desemejanza entre el contenido manifiesto y el latente. Cuando he llegado al conocimiento de los pensamientos oníricos, noto que el contenido manifiesto maneja un material totalmente diverso del manejado por los pensamientos latentes; al final reencuentro a todo el contenido del sueño declarado en los pensamientos oníricos, y a casi todos estos subrogados en aquel. Persiste, sin embargo, alguna diferencia: lo que en el seño debía tildarse de esencial tiene que contentarse, tras el análisis, con un papel en extremo subordinado, en los pensamientos oníricos; y aquello importante de dichos pensamientos, o bien no tienen figuración, o bien, aparecen subrogados por una alusión remota en una región no nítida del sueño. Durante el trabajo del sueño la intensidad psíquica se traspasa, de unos pensamientos y representaciones a los que les corresponde, a otros que no tienen derecho de ser destacados. Es el proceso del desplazamiento onírico; también queda transpuesta la intensidad, importancia o afectividad psíquica en cuanto a la vivacidad sensorial. En un elemento no nítido puede reconocerse a menudo el retoño más directo del pensamiento onírico esencial. Puede designarse también subversión de las valencias psíquicas. Participa en forma variable en la formación del sueño. En aquellos planos de sentido y comprensibles, ha participado escasamente, por ejemplo, los sueños de deseo no disfrazado. En otros, ni un fragmento de los pensamientos, ha conservado su valor, o bien, todo lo esencial aparece sustituido por algo accesorio. Hay transiciones. Cuanto más oscuro y confuso, mayor el desplazamiento. En el ejemplo el tema aparece descentrado; en lo manifiesto, los avances de la señorita E.L.; en lo latente, el deseo de gozar de un amor desinteresado, que “nada cuesta”, escondida esta idea en el giro idiomático de los lindos ojos y tras la alusión de las espinacas. Donde el contenido del sueño pone al primer plano, como excitador, una impresión indiferente, el análisis pesquisa una vivencia importante, con la cual ha entrado en bastas conexiones asociativas. Que en lugar de la impresión justificadamente excitadora se recoja en el contenido la indiferente, no es sino obra del desplazamiento. El sueño jamás se ocupa de cosas que tampoco durante el día serían dignas de ocuparnos. En el ejemplo, la vivencia excitadora es que un amigo me procuró un viaje en coche gratis. Pocos días antes yo había hecho un fuerte desembolso en beneficio de una persona de mi familia que me es querida. “Vaya maravilla que esta persona haya de estarme agradecida por eso; ese amor no sería gratis” rezan los pensamientos oníricos. Un amor gratis se sitúa en el primer plano en los pensamientos oníricos. Que no hace mucho yo hice varios viajes en coche con el pariente habilita el vínculo. La impresión indiferente tiene otra condición: tiene que ser reciente, que provenga del día del sueño. Si a una condensación se suma, en la representación mixta, un desplazamiento, se arriba a algo común intermedio. Ej. Propilo. En el análisis se encuentra una vivencia indiferente, eficaz como incitador, en la que “amilo” desempeña un papel. También se encuentra una visita a Munich, donde los propileos me llamaron la atención. El desplazamiento de amilo a propile estaría propiciado por el segundo círculo de representaciones. Compromiso mediante condensación y desplazamiento.

VI

[editar]

Los pensamientos oníricos más inmediatos que uno despliega en un análisis resultan llamativos por su insólita vestidura; están figurados de una manera simbólica, símiles, metáforas, como en el lenguaje de la poesía, pletórico en imágenes. El contenido del sueño consistes las más de las veces en situaciones visuales; por eso los pensamientos deben soportar un acomodamiento que los haga aptos para ese modo de figuración. Es el miramiento por la figurabilidad en el contenido del sueño. Entre el material de los pensamientos se encuentran en general recuerdos de vivencias impresionantes – no es raro, de la primera infancia – que, por lo tanto, han sido aprehendidas como situaciones de contenido visual. La situación del sueño no es a menudo más que una repetición modificada y complicada por intercalaciones, de una de esas vivencias. Raro; modificación fiel y no contaminada. Incluye también jirones desunidos de imágenes visuales, dichos y aún fragmentos de pensamientos inmodificados. Medios de figuración del trabajo del sueño para reproducir los pensamientos oníricos en el peculiar modo de expresión del sueño. Los pensamientos oníricos son un complejo psíquico de una construcción enredada al máximo. No le falta ninguno de los caracteres que nos son familiares por nuestro pensamiento despierto. Si ha de convertirse en sueño, ese material es sometido a una condensación, a un desgarramiento interno y a un desplazamiento; y a una influencia selectiva ejercida por los ingredientes más idóneos para formar una situación. Un proceso así, merece el nombre de regresión (por su génesis) Los lazos lógicos que unían al material se pierden a raíz de la transmudación en el contenido del sueño, a pesar de lo cual no necesita renunciar del todo a su figuración por medio de caracteres formales. El sueño da razón del vínculo innegable entre todos los fragmentos de los pensamientos por el hecho de que unifica el material en una situación. Refleja un nexo lógico como aproximación en el tiempo y en el espacio; esto hasta el detalle. Además los sueños de una misma noche dejan conocer, en el análisis, que proceden de idéntico círculo de pensamientos. El vínculo causal es o bien abandonado sin figuración, o bien sustituido por la sucesión de dos fragmentos de sueño de diferente longitud. A veces su figuración es invertida. La mudanza directa de una cosa es la figuración de causa y efecto. La alternativa “o bien... o bien” no expresada, recoge dentro de idéntica trama a dos miembros como igualmente justificado. Un “o bien… o bien” utilizado en la reproducción debe interpretarse como una “y”. Representaciones en oposición son reemplazadas por idéntico elemento. El “no” parece no existir par el sueño. La oposición, la relación de inversión, es expresada por el hecho de que otro fragmento del contenido del sueño es trastornado a su contrario. La sensación de movimiento inhibido figura una contradicción entre impulsos. Entre las relaciones, sólo la de semejanza favorece el proceso, son puntos de apoyo para las condensaciones; los comprime en una nueva unidad. Están trabajados en ese aspecto (figuración de las relaciones lógicas) con mayor o menor fineza, con menor o mayor exactitud respecto del texto presentado, han recurrido con mayor o menor amplitud a los medios auxiliares. Toda vez que un sueño se presente absurdo, que incluya un contrasentido evidente, es así con un propósito y expresa una porción del contenido intelectual de los pensamientos oníricos: contradicción, escarnio o burla.

VII

[editar]

Queda otra pieza del trabajo del sueño, en la elaboración interpretadora. El mejor modo de representarse su naturaleza es decidirse a adoptar el supuesto – probablemente desconcertado – de que ejerce su influencia sólo con posterioridad sobre el contenido del sueño ya formado. Su acción consiste en ordenar los elementos del sueño de tal modo que ellos conformen una trama, una composición onírica; el sueño recibe así una fachada, una primera interpretación provisional, apoyada con intercalaciones y leves retoques. Hace la vista gorda y no ofrece más que un extraordinario malentendido. Su motivación es el miramiento por la figuratividad (dudoso); se comporta tal como lo hace nuestra actividad psíquica normal respecto de la percepción. Cuando interviene, llamamos a los sueños “bien compuestos”; de lo contrario los juzgamos “meramente confusos”. En la producción de la fachada no se emplean raras veces, fantasías de deseo preformadas en los pensamientos oníricos, del mismo tipo que los “sueños diurnos”, a menudo repeticiones y refundiciones de unas escenas infantiles, mostrando directamente su núcleo genuino desfigurado por mezcla con otro material. No hay más actividades que las cuatro mencionadas. El “trabajo del sueño” no es creador. La presencia de elementos que nos harían pensar en una actividad intelectual de nivel más alto (dichos, cunetas, razonamiento), estaban ya contenidos en los pensamientos oníricos.

VIII

[editar]

El trabajo del niño es sólo el primer proceso que hemos individualizado, entre toda una serie de otros a los que debe recondecirse en génesis de los síntomas histéricos, ideas angustiosas, obsesiones y delirantes. Condensación y, ante todo, desplazamiento, nunca les falta. La refundición en lo sensorialmente intuible es propio. Ni el estado del dormir, ni la enfermedad, son condiciones esenciales de estos procesos. Se observa también en las operaciones fallidas. El desplazamiento es la más llamativa entre las operaciones del sueño. Su condición esencial es puramente psicológica: pertenece a la clase de una motivación. Si se sigue las ilaciones del pensamiento, se llega a unos que sorprenden, que yo no habría advertido, ajenos y desagradables; que yo quiero impugnar pero que se imponen en la cadena de pensamientos de manera inexorable. Estaban presentes con cierta intensidad pero en la situación o estado de la represión, por lo cual, no podían devenir cc. Vínculo causal entre la oscuridad del sueño y el estado de la represión, e inferir que el sueño se vería forzado a ser oscuro para no traicionar los pensamientos oníricos prohibidos. Arribo al concepto de desfiguración onírica, obra del trabajo del sueño, y que sirve a la disimulación.

IX

[editar]

Podemos enunciar el principal resultado del análisis de los sueños. En cuanto a los sueños comprensibles y provistos de sentido averiguamos que son cumplimientos de deseo no disfrazados. En los sueños oscuros y confusos el análisis enseña algo análogo: en ellos se figura un deseo como cumplido, el que por regla general surge de los pensamientos oníricos; su figuración es irreconocible, sólo puede esclarecerse en el análisis, y el deseo o bien es él mismo uno reprimido o bien está en estrecha unión con pensamientos reprimidos. La fórmula reza: son cumplimientos encubiertos de deseos reprimidos. Según su comportamiento respecto del cumplimiento de deseo, los sueños pueden clasificarse en tres grupos: figuración no disfrazada de un deseo no reprimido (ej. los de tipo infantil); figuración disfrazada de un deseo reprimido (la mayoría); y figuración no disfrazada de un deseo reprimido con angustia (sustituto de la desfiguración, en el segundo lo ahorra el trabajo del sueño). Hay casos de sueños de contenido penoso que, sin embargo, no se sienten como tales. Son cumplimientos bien disfrazados de deseos reprimidos (clase b), que muestran la descollante aptitud del desplazamiento para la desfiguración.

El esquema al que arribamos, y no sólo a partir del sueño, cuenta con dos instancias formadoras de pensamientos; la segunda tiene acceso a la conciencia y entre ambas se interpone la censura, que sólo deja pasar lo que le es agradable. Lo expresado por la censura está en el estado de la represión. En ciertas circunstancias se modifica la relación de fuerzas entre ambas; uno es el del dormir, por rebajamiento de la censura. Pero ésta nunca es cancelada; lo que deviene cc es un compromiso entre lo que propone una, y lo que exige en otra; y en la formación de compromiso se observan los procesos de condensación y desplazamiento, así como el recurso a asociaciones superficiales. Superado el estado del dormir, la censura vuelve en toda su altura, y quiere aniquilar lo cedido (olvido).

XI

[editar]

Respecto de la función del sueño, éste es el guardián del dormir. Por más que la censura se encuentre relajada (inofensivo porque no hay acceso a la motilidad) aún en monto de atención libre, es movilizado como guardián ante estímulos sensoriales, que acaso hagan más indicado el despertar que la prosecución del dormir, como evidencia que seamos despertados por estímulos de cierta cualidad. Esta atención se dirige también a los estímulos internos del deseo que vienen de lo reprimido, y forma con ellos el sueño, en calidad de compromiso. Finiquitación del deseo sofocado o formado con el auxilio de lo reprimido, presentándolo como cumplido, pero también contenta a la otra instancia puesto que permite la prosecución del dormir. Los casos en que el sueño despierta no contradice la tesis. Actúa como el vigilante nocturno concienzado, que nos despierta cuando la perturbación le parece grave y no puede solucionarla él. La función aparece nítida cuando los sentidos son estimulados. El estímulo es sometido a una entre muchas interpretaciones posibles. O despierta o logra seguir durmiendo. En este último caso, de más de una manera. Puede neutralizarlo soñando una situación que es del todo incompatible, o experimentar una reinterpretación que lo inserta en la trabazó de un deseo reprimido que está al acceso de su cumplimiento; se le roba su realidad y se lo trata como a una pieza del material psíquico. Los sueños que sobrevienen antes del despertar, por un ruido, han hecho el intento de desmentir ese estímulo despertador y prolongar el dormir.

XII

[editar]

El análisis reconduce a deseos eróticos casi todos los sueños de adultos, y muchísimos de los pensamientos pendientes del trabajo intelectual de la vigilia en calidad de “restos diurnos”, sólo consiguen su figuración por su auxilio (el de los deseos eróticos reprimidos) Casi todo hombre conservó la conformación infantil de la vida sexual infantil en algún aspecto, y así concebimos que los deseos sexuales infantiles reprimidos resulten ser las más frecuentes y poderosas y frecuentes fuerzas impulsoras para la formación de los sueños. Lo asexual de los sueños proviene de la figuración simbólica de los niños. Hay símbolos de difusión universal que hallamos en todos los soñantes de un círculo de lengua y de cultura, y otros de aparición individual. El conocimiento de éstos no nos ahorra ocurrencias del hablante (fluctuación en el uso de los universales, símbolos individuales e incertidumbre acerca de si un elemento ha de interpretarse simbólicamente o en forma literal).